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Wednesday, March 19, 2014

LITERATURA



Literatura, una palabra de difícil definición en cualquiera de las lenguas en las que sea mencionada. Ni siquiera se sabe si debe ser llamada “La literatura” o “las literaturas” pensando en la cantidad inimaginable de particularidades que pueden tener los escritos de aquí, de allá, de más al norte o de más al sur.

Sin embargo, una de las características importantes de esos escritos de la literatura, es su cercana relación con la historia y la realidad social del país en el que se desarrollan.
La literatura en Colombia ilustra la experiencia y punto de vista de sus autores. Dentro de las obras que conforman la producción literaria colombiana, algunas destacan por la manera como son representados algunos fenómenos por medio del testimonio de quienes las escriben.
Así, para refrescar la memoria colombiana aparece el escritor Héctor Abad Faciolince con su obra “El olvido que seremos”.  Quien ejemplifica a través de sus relatos autobiográficos, la realidad vivida en una Colombia afectada por la violencia y la intolerancia.

En su libro titulado El olvido que seremos, el autor antioqueño relata hechos de su propio pasado, a través del protagonismo que le brinda a su propio padre, en una suerte de homenaje póstumo donde no solamente lo describe como persona o individuo, sino también como muestra de un símbolo, de un padre que incluye ciertos valores sociales, religiosos y políticos. Es así como el autor aprovecha la calidad humana de su progenitor para representar, por medio de su imagen, una moralidad y un profesionalismo considerados escasos en la Colombia del siglo XX; además, con el relato de su asesinato complementa la denuncia principal de su obra, sobre la importancia de impedir que tales valores y principios no se sigan perdiendo.
 

La mano, la memoria, el alma del escritor necesitaron cincelarse durante dos décadas para abordar la escritura de esta pérdida. “Me saco de adentro estos recuerdos como se tiene un parto, como uno se saca un tumor”, cuenta Héctor Abad Faciolince
Por eso quizá el relato El olvido que seremos cobra grandeza a partir de la extrañeza. ¿Es posible este padre amoroso? Se carcajea más que sus hijos, llora a mares cuando está triste, canta tangos y escribe poemas. Tampoco es el sostén económico de la familia –al igual que en la antigua Grecia, en el gineceo de la familia Abad, del dinero y el presupuesto familiar se encargó la madre por vocación, en una división de roles totalmente atípica. O por lo menos a contramano de la estadística, que si bien incorpora la jefatura de familia en la mujer en los hogares con ausencia del padre, éste no era el caso del médico Abad. Esta madre entiende además su función de proveedora como un acto más de amor hacia su esposo y a su prole, convencida que de esa forma el médico puede dedicar más tiempo a sus ideales. Por si fuera poco el doctor Abad educa a su prole a fuerza de abrazos, con amor protege y rodea esa familia en una caricia permanente, como un útero placentero y seguro en medio de una sociedad atravesada por la violencia intrafamiliar, política, institucional e histórica.
“La idea más insportable de mi infancia era imaginar que mi papá se pudiera morir, y por eso yo había resuelto tirarme al río Medellín si él llegaba a morirse”. Hay que imaginar al escritor, adulto, “nunca tanta sangre” en sus manos como la que brotó aquel día del cuerpo inánime de su padre. Imaginarlo durante años escribiendo otras novelas, hasta que un día decide ya no tirarse al río Medellín y en cambio relatar la vida de ese hombre amado hasta poner orden en los cajones, cicatrizando la herida desde la memoria. Un poco como quería Nietzche escribir “para sobreponerse a la realidad”. El resultado es la historia verídica del médico Héctor Abad contada con los recursos de la novela y que a la vez es carta, testimonio, documento, ensayo y biografía; cuarenta y dos capítulos que son la saga de la familia del escritor, iluminando la historia de Colombia de las últimas décadas desde el lugar del amor y la justicia, aunque sin poder evitar la pregunta con la que comienza y termina el libro. El por qué de la muerte.  
 


 


Tuesday, March 4, 2014

Diferencia entre inapto e inepto - "W" Letra compleja




¿INAPTO O INEPTO?

A pesar de que el adjetivo “inapto, inapta” fue  aceptado en  el 2006 por  la Real Academia Española   para designar  “lo no apto, no cumple con los requisitos exigidos para algo”  hoy en día  este adjetivo  no  aparece  en el DRAE como  inapto sino como   inepto  .


Se usaría, por ejemplo, en la siguiente frase:

“Lo declararon inapto para formar  parte de as Fuerzas  Armadas, debido  a una grave lesión”

Por otra parte el adjetivo inepto (adj. masculino)/ inepta (adj. femenino), también se puede utilizar para expresar:

La inhabilidad, la incapacidad o falta de aptitud de una persona  para ejercer una actividad, puesto de trabajo o cualquier acción que realice.

Quien es inepto padece de ineptitud

Por ejemplo:

“al inepto lo corrigen”

“esta persona es inepta para conducir”

Tu hermano es tan inepto que no puede siquiera tomarle a alguien un mensaje por teléfono.”


 "W" LETRA COMPLEJA


¿Cómo debe pronunciarse la “w” en español?

En realidad hay tres sonidos distintos  en español para esta letra procedente del inglés y el alemán.

Como “u “   (suéter, suajili)   sweater, swahili
Como  “gu”  (guaterpolo)    waterpolo
Como “b”  (Kubaití, vatio ) Kwaití ,watt

También tiene denominaciones: dobleú ,uvedoble ,dobleuve.

Algunos casos en los que se pronuncia la "w" son:

1. En los nombres de personajes godos (Walia, Witerico, Wanba, Witiza) y en los nombres Wenceslao o Wifredo se pronuncia como la v y la b. E incluso es admisible escribirlos con v. Es la misma pronunciación que se da en los nombres comunes asimilados totalmente al español con v, y aceptados por la RAE: vagón, volframio, vals.

2. En los nombres alemanes (propios o comunes) la pronunciación original era labiodental fricativa sonora, pero en español no existe dicho fonema, por lo que se pronuncia como b. Aunque, en el Diccionario Panhispánico de Dudas, la RAE permite que en los nombres propios se conserve la pronunciación alemana original, consideramos que resulta afectada.

3. En los nombres derivados del inglés se pronuncia como u semiconsonante, aunque no es extraño oírla, incluso en hablantes cultos, como gu-. Sin embargo, water (de W.C water-close) se pronuncia váter con el sentido de ‘retrete’, pero en otras composiciones se hace con gu- (waterpolo o Watergate) para evitar incómodas asociaciones de significado.